El lenguaje inclusivo sí importa (y los «siempre se ha dicho así» no son un argumento)


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Hola a todos! Hoy vamos a hablar de un tema que quizás no está en el top de tus conversaciones diarias, pero es fundamental para construir una sociedad más justa: el uso del lenguaje inclusivo para referirse a las personas con discapacidad. Y no, no será un aburrido sermón sobre terminología. Te prometo que este post será más entretenido que un maratón de Paquita Salas.

El poder del lenguaje

El lenguaje tiene un poder increíble. Puede construir puentes o levantar barreras, y en el caso de las personas con discapacidad, usar las palabras correctas puede marcar una gran diferencia. Palabras como «minusválido» o «discapacitado» están obsoletas y cargadas de connotaciones negativas. Es como seguir usando un teléfono de disco en la era de los smartphones: simplemente no tiene sentido.

Vamos a desglosar por qué es crucial utilizar un lenguaje inclusivo y respetuoso:

  1. Respeto y dignidad: Las palabras importan. Usar términos correctos como «personas con discapacidad» reconoce la humanidad y la dignidad de las personas, en lugar de definirlas únicamente por su discapacidad.
  2. Empoderamiento: El lenguaje inclusivo empodera a las personas con discapacidad al reconocerlas como individuos con capacidades y derechos, no como objetos de caridad o lastima.
  3. Conformidad con normativas internacionales: La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU establece claramente que debemos usar «personas con discapacidad». No es solo una sugerencia, es una norma internacional.

Las palabras «minusválido» y «discapacitado» están tan desfasadas como el VHS. Son términos que sugieren menos capacidad o valor, lo cual es incorrecto y dañino. Es hora de que los documentos públicos, la cartelería y cualquier tipo de comunicación oficial se pongan al día con el siglo XXI.

¿Cómo podemos cambiar esta situación? Aquí hay algunas soluciones prácticas:

  • Revisar documentos y comunicaciones: Todas las instituciones, tanto públicas como privadas, deben revisar y actualizar sus documentos y comunicaciones oficiales. Sí, esto incluye esos carteles polvorientos en el ayuntamiento que nadie ha tocado desde los años 90.
  • Formación y sensibilización: Es fundamental educar a los funcionarios y al público en general sobre la importancia del lenguaje inclusivo. Un curso rápido sobre terminología puede marcar una gran diferencia.
  • Normativas claras: Las políticas y directrices deben ser claras y efectivas. No basta con tener buenas intenciones; es necesario que se implementen y se cumplan de manera rigurosa.

El uso del lenguaje inclusivo no es una moda pasajera. Es el resultado de años de lucha por parte de las personas con discapacidad y sus defensores. Gracias a su perseverancia, hemos avanzado mucho, pero aún queda trabajo por hacer. No es solo una cuestión de ser políticamente correcto; es una cuestión de respeto y derechos humanos.

Cambiar la forma en que hablamos y escribimos sobre las personas con discapacidad no solo es necesario, es esencial. No se trata solo de palabras, sino de actitudes. Al adoptar un lenguaje inclusivo, contribuimos a una sociedad más justa, equitativa y respetuosa.

Para terminar, la próxima vez que escribas un documento, un cartel o incluso un mensaje, recuerda que las palabras importan. Usar «personas con discapacidad» en lugar de términos obsoletos es un pequeño cambio con un gran impacto. Es una manera de mostrar respeto, dignidad y conformidad con las normativas internacionales.

¡Hasta la próxima, y recuerda: el lenguaje inclusivo no es solo una opción, es una necesidad para construir una sociedad más justa y equitativa para todos!

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